En el capitulo XXI del Quijote aparece un
barbero que al estar mojándose bajo la lluvia, para protegerse utilizó como
sombrero su bacía, una vasija generalmente de metal brillante con una hendidura
por donde se metía la barba al afeitado
y que se ha usado hasta hace poco. Don Quijote insiste que este cuenco era el
yelmo encantado del rey moro y a pesar de los consejos de Sancho, finalmente
decide ir a quitárselo al barbero. Don Quijote desea obtener el yelmo con el
fin de hacerse invulnerable. Al ceñirse este objeto de barbero, tan poco
caballeresco, la figura del caballero acrecentaba su aspecto ridículo. Además
esta será una de las pocas aventuras en las que nuestro caballero andante salga
victorioso.
En este capítulo poder comprobar que el
humilde caballero andante también es codicioso y desea obtener lo que él
pensaba que era el legendario yelmo costase lo que costase.